El lienzo inicial de esta casa de lujo era un marco muy particular una antigua construcción agrícola, de grandes muros de piedra tosca y unas cerchas de hormigón que cubren un gran espacio con poca superficie de fachada, poca luz y escasas aberturas, con una arquitectura híper funcional sin ningún guiño hacia la estética.
En los talleres de trabajo y diseño con los clientes se identificaron dos premisas indispensables que el proyecto tenía que generar; más luz en todos los espacios y crear grandes espacios de sociabilización.
Este proyecto de cambio de uso, es en realidad un proyecto de diseño de un mobiliario, pensado para la vida de una pareja, que da forma y sentido, a un espacio vacío (un patio) al que arropa y rodea. El patio como elemento vertebrador del proyecto, también es un elemento móvil, ya que lo cubre un gran lucernario que nos permite captar energía solar en invierno, y ventilar de forma natural en verano. Nos permite usarlo como un invernadero o un patio romano donde ubicar la mesa para las cenas de verano. Alrededor del este patio, se articulan una serie de muebles que dividen y dan servicio a los diferentes usos: Un mueble recibidor que aporta privacidad y que puede dividir o conectar la cocina y el salón. El armario del comedor que es a la vez mueble para la TV y que oculta el paso a las habitaciones. Una celosía de madera que alberga el lavadero, despensa y se convierte en la sala de máquinas. Un armario-vestidor-baño, que equipa la suite principal permitiendo que sea un único espacio.
El exterior también pensado para el uso y el ahorro energético, cuenta con unas persianas mallorquinas de aluminio colocadas por el exterior que, a su vez, son equipamiento para el control lumínico y de privacidad.
Esta quizás sea la historia, de cómo una ruina arquitectónica recobra un sentido nuevo que cumple con los objetivos y estándares de calidad más elevados de las construcciones actuales.